Esta vida son dos días y solo queda uno.

Nos empeñamos en sufrir por sufrir, en el dolor por el dolor, en la vida solo debe existir un miedo y es la ausencia de esta. No hay una asignatura en el cole que nos enseñe a vivir, por eso se precisa de madurez para concretar todos los valores que nos quieren dar.
La moraleja de la vida es aprende, vive y disfruta, hasta que se acabe. Porque por suerte o por desgracia, todo acaba, lo bueno y lo malo.
Que lo que fácil viene, fácil se va. Por eso estamos en constante movimiento, todo se va, todo acaba, se marcha y se empieza otra cosa, otra etapa..
¿El secreto? Saber decir adiós en el momento indicado, para así no lamentarlo luego.
Pienso, y recapacito cada cosa que digo y hago y joder, tengo 17 años y mi vida está llena de privilegios e inconvenientes. Debo aprovechar mis privilegios y hacerme fuerte con ellos, pero no con el fin de ser 'más que..', sino con el de ser yo.
Que hay que apoyarse en lo bueno, aprovecharlo sin ser egoísta y disfrutar mucho. Que algún día conoceremos la felicidad no solo un ratito...

Gracias G por saber escuchar y hacer que piense.

Lo que yo elijo.

Sumergirme dentro para darme cuenta de que no soy nada y soy todo.

besar más.

Cuando me besó, le besé, y el me besó, y yo le besé, y me besó, y le besé y el mundo se hizo líquido, caliente, pequeño, tenía la piel suave, y la lengua dulce, todo era suave y dulce, y cabía en la frontera simétrica de nuestros labios pegados, que se despegaban a veces, y se volvían a pegar para encontrar otro sabor que era fresco y a la vez ardía, y yo nunca había besado a nadie así, nunca había sentido esa necesidad implacable de besar, y de besar más, de seguir besando, como si me jugara la vida al borde de la boca, como si más allá del cuerpo que me abrazaba no existiera nada, como si los brazos que me estrechaban me protegieran de un vacío negro y compacto que codiciaba la fuerza de mis propios brazos. La intimidad tenía sonido, pero también un tacto, y un gusto especial, goloso, tan placentero como ningún sabor.

La libertad indeseada.

Y se acabó, me había desatado de mi misma, soy libre, pero no hay nada de exquisito en esto.

Aposte mi todo al número once.

y me quedé vacia, pero contigo. Este corazón no sabe de quien.

No quedaban palabras, las habíamos dicho todas.

El silencio esconde lo que nuestras miradas desean decir.